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Edipo y el pollo al horno

No, no es la última de Harry Potter, es mi teoría de que escribir una obra es casi como una receta de cocina: 1kg de universo poético tamizado por la subjetividad, 3/4 partes de personaje y diálogo, 2 tazas de arco dramático, un poquito así de climax.

Si fuera tan sencillo como seguir instrucciones, el pollo al horno de la rotisería de enfrente sería tan rico como el pollo con papas de mi abuela Cata.

De igual modo, una obra que “respete” exactamente la estructura de Hamlet (espacio, tiempo, personajes, conflicto, arco dramático) sería igual a Hamlet, y sin embargo, la literatura dramática nos ha demostrado que existe una condición metafórica y mítica que hace que ninguna obra se pueda parecer a otra por más transcripción que hagamos de sus elementos formales.

¿En dónde radica la diferencia?

Es un misterio. La escritura ES ese misterio.

Se pueden exponer los procedimientos que se necesitan para escribir una obra, una novela, un cuento. Pero aquello que tiene que ser escrito sólo por nuestra singularidad, no se aprende. 

El kid de la cuestión, creo yo, consiste en desentrañar y desbloquear ciertas zonas inconscientes y personales que hacen que esa obra que tiene que ser escrita, se escriba “sola”.

El trabajo está en entrenar lo inasible. quitarle el velo a lo que hace que la escritura esté bloqueada por nuestros propios prejuicios y miedos y que vaya de suya…Ahí radica este hermoso misterio.

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